Sordos gritos, palabras necias

En un mar de palabras
los gritos sordos
caen al fondo
y no encuentran los oídos
que tengan la llave,
ni la forma en que me lave
la ropa impregnada de caduca fantasía.

Que no te de la vara,
que no me tragas,
que qué cojones hago
más que ahogarme.

¿Y no es mejor limpiarme
y alimentarme
con esta sopa de letras?

Es evidente,
evitar las trampas de la mente.

Hablan los libros de mi

Como aquella vez con los relatos de Carver
viéndome explicar el porqué de mi elección.
O con esos poemas de no recuerdo quien.
O cuando bajo follado a la efe de Fante.
Aquí estoy.
Me siento un tierno infante
pero dentro del bollicao
hay un cromo de rabia.

Hace calor
y no me desvisto
pues tengo enfilado el libro
que en un visto y no visto
prestado de esta biblioteca
pienso devorar en casa.

Y me topo contigo
y toda mi ropa ha desaparecido.

Llevo un libro de poesía
o el Factotum de Bukowski
o los relatos de Carver
o pregúntale al polvo de John Fante
o…

Mira:

Me llevo a mi mismo encima,
utilizo los versos vírgenes en mi mente
aún sin leer.
Los uso para tapar mi cuerpo desnudo,
tan solo llevo un libro de poesía.
Otros días llevo otra cosa,
alguna prosa que me guste,
pero siempre en pelotas.

Y me topo contigo.

Y quizás por el tejado
comienzo
a construir una conversación.
Y me sonrojo,
pues en esos libros me reflejo.
Que si me ves y los lees y relees la situación
sentiré que entras en mi y me conocerás tanto…

Que no,
que no he venido preparado para ello,
ni tú tampoco.
Probablemente,
mi mente no es de este mundo.
Y ahora
tengo los pensamientos despeinados
y algunos sentimientos sin afeitar,
el querer regar más,
cortar las ortigas de la mierda
y dejar presentable el jardín.

Y estoy en bolas,
sólo un libro cubre mis vergüenzas,
pues en este mundo
donde el teatro se margina a lugares inmundos
y la vida es un teatro en sentido despectivo,
el ir a la biblioteca y tomar prestado un libro
me parece un momento muy
íntimo.

Una puta llamada Obsesión

Desde fuera me observo,
chapoteando en el barro me sorprendo,
una puta llamada Obsesión,
en su centro
estoy,
hurgando en el cajón de los detalles
que no van a gustarme.
Clavando mi mano en un cuchillo evitable
si fuera más listo,
haciéndome el tonto o siéndolo,
sintiendo el pesar,
en un enfermizo instante,
nocivo,
me grito y me digo:

¡SAL DE AHÍ!

Me doy la luz.
Veo reflejado el discurrir mental
al fondo del pozo plagado de cristales rotos,
la puerca realidad.
Mi sentimiento va descalzo y salta.
No es sano este pensar,
pero a veces cierto dolor
me anuda al cuello su correa
y me pasea
por el territorio del ojos que ven
corazón acribillado.

Momento absurdo, estúpido, crudo.
El látigo de pensamientos
me fustiga,
mi espalda sangra conclusiones.
Y si no me rescato yo
¿Quién cojones lo va a hacer?

Malo para la miel

Los tiempos que corren
son malos para la miel,
porque la estupidez
camina pausadamente,
sabiendo que tiene las de gustarse.
Muchas mentes en pausa
llenan de mierda las aceras.
La avispa asiática
que se come a las abejas.
Se quiere a todos ovejas,
sin inspiración,
sin pensamiento,
oveja que bala no tiene balas
y no habrá tejos para echar a la musa.
Mi casa es mi cabeza
y caerán las tejas,
me golpearán.

Pero yo quiero revolcarme en la miel
y volcarme en el cuento con reina,
que se peina
con mi archivo de versos.

Por eso
a las avispas se las mata escribiendo de pie
y no a gatas,
a cara de perro,
visceralmente,
que la poesía encuentre continente
donde mis poemas no pasen hambre
plagado de musas el enjambre
y comerse toda la miel
y no el tarro.

Naufragio

Un instante,
de la marítima calma a la catástrofe
tan solo hay un instante,
hoy vestido de sinuoso iceberg
que mata de frío.

Lo veo
y no lo esquivo,
me falla la cintura,
he de ser más listo.

Un nuevo golpe,
choco,
una vieja sensación,
hablan,
no me interesa,
en la rutinaria función
bordo el papel.

Pero esta mirada no derrite el hielo,
me falta el aire,
mi estómago arde,
fatalidad,
cambia mi rostro,
siento el calor,
me desmorono,
me derrumbo,
me hundo,
me ahogo,
en un instante muero
y me reinvento,
un poema salvavidas.

Sobre la faz del Facebook

«¿Qué estás pensando?»
dices mientras clavas tu pregunta en su facebook
«¿Qué estás pensando?»
¿Y tú se lo preguntas?
poesía no eres tú.

Todo descuentos diarios punto com,
ella piensa en pintarse las uñas
y en el perro Charlie
que es muy divertido
y dibuja con el rabo
y baila yo qué sé que cojones
click, click, click
me gusta.

En la ración diaria de filosofía fast-food
el fotomontaje es coronado
por una cita de Coelho,
y su amiga comparte un pensamiento de Vargas Llosa,
internet tiene heridas con costra,
y la madre le dice
«no te metas en política
métete en la red social»
y se caga levemente en Cospedal o Zapatero
pidiendo dimisión vía virtual
y hace
click click click
oh yes
me gusta
esa canción en inglés.

La otra sigue con el ritual
que al chuloputa de Adrián
por falso
hay que echarlo del gran hermano
porque ella siempre va de cara
y a Sandy le han puesto los tubos,
y a 5 personas les gusta esto
y ella hace
click, click, click
me gusta.

Y yo,
atribulado narrador que observa desde la barrera
y barro
pienso en qué coño pienso
siempre perdido
en mis muros
pienso
que aunque este poema fuera
el último comment sobre la faz del facebook
nunca obtendrá vuestro
click
me gusta.

si me escribes un poema llamaré a la policía

Si me escribes un poema llamaré a la policía,
o a mi novio,
o a mi novio policía.

Si me escribes un poema
dejaré de hablarte,
trocearé tu corazón en diez partes,
te haré daño sincero sin engañarte
y no me sueltes peros,
imagina marginarte.

Que cuanto más lejos
más me gusta el arte,
tú escríbeme unas líneas
y pasaré a helarte,
a tientas a odiarte,
que son señal tus versos
de comenzar a obsesionarte,
a obsesionarte,
a obsesionarte.
En el ring estas desnudo y yo llevo guantes
y tendré que mostrarte los dientes…

Si me vuelves a escribir un poema,
cabrón.

la espera desenfunda las penas

Si escribo espero
y en el campo minado de la espera
la frustración y el desencanto
escupen victorias ajenas,
convirtiendo segundos en navajas.

Quien escribe espera y desenfunda las penas.

Pero hoy no hay paciencia
ni camisa de fuerza
ni escudo protector,
ni patio de recreo para la inspiración.

Y castigado en casa
no escribo,
no espero nada.

vacaciones

En mi bolsillo se hace sitio el papel,
en la txozna huele a pies.
Te acercas o me acerco,
te pido el carnet.
Se reduce el cerco
y se amplían
las posibles direcciones
“de esta puta noche”.
Somos cinco en el coche
no podemos volver,
dará igual,
a la rutina que le den
y ven
aunque sea sin corsé.
Un mordisco, una caricia, sírvete
mientras pienso
lo bien bien bien bien
bien
que se está de vacaciones
viéndote
sobre mí,
sentada.

el papel ha muerto

En un congreso de nuevas tecnologías
exclama el ponente:
«¡El papel ha muerto!».
Y yo pienso:
¿es el fin de mis días?

Twitteros menospreciando a la poesía,
con tabletas y smartphones
follando a la ortografía,
móviles que vencen a sus dueños
en cuestión de inteligencia,
todo para hoy y ahora,
marginada en una esquina la paciencia.

Y otra vez:
«¡El papel ha muerto!».
Si eso es cierto
me pongo terco
maldito puerco,
no deseo seguir llorando,
soñando,
viviendo.

Si es real esa defunción
te abrazaré al final de la función,
un minuto después
de envuelto en llamas arder
tras haberme inmolado,
¡atontado!.